Por Ignacio de Cossío

El Clasicismo de Manzanares

22-03-2002

José Maria DaIs Avellán, más conocido en el mundo taurino por José María Manzanares, nació el 14 de Abril de 1953, en Alicante en el Barrio de Santa Cruz. Tomó la alternativa el 24 de Junio de 1971, en Alicante. Padrino Luis Miguel Gonzalez "Dominguin". Testigo del toricantano Santiago Martin "El Viti". Los toros fueron de Atanasio Fernández.

Vivió en un ambiente muy taurino, pues su padre era banderillero y en su casa siempre oía hablar de toros y de toreros, de picaderos y de ganaderos, de banderilleros y mulillas; y de ahí que, desde muy pequeño, quisiera ser torero y alimentara esa gran vocación que siempre mantuvo. Vocación, por demás, que le marcó para toda la vida.

Su inteligencia natural y su dominio de la técnica, trajeron como consecuencia que casi desde el principio alcanzara altas cotas, que además supo mantener de forma sostenida durante muchos años, toreando un gran número de corridas de toros, y dejando en todas ellas la impronta de su estilo y personalidad. Todo ello presidido por dos notas: academicismo y emoción; si bien con un ramalazo de pereza y abulia muchas veces.

El cenit de su carrera taurina, lo alcanza a partir del año 1976 y solo en los años 80, baja algo su tono, sin perjuicio de obtener durante este último periodo algunos éxitos muy importantes. Veánse de muestra sus grandes faenas en Sevilla, sus dos orejas y rabo en Salamanca, su éxito en muchas otras plazas importantes, si bien se le resistía la plaza de Madrid; pero siempre le perseguía en todas las plazas, la leyenda de que solo toreaba el ganado más fácil y comercial, con lo que su poder de transmisión solía perder fuerza, lo que le afligía mucho.

El año 1993 lo culmina con grandes faenas en Sevilla, Madrid, Málaga -las mejores- y Bilbao, entre otras plazas. Es una época de madurez en la que se le verá feliz y contento con los toros, seguro ya de su dominio y con su personalidad mas asentada.

En la plaza de Madrid llegó a ser torero importante, aunque se le resistiera en sus últimos tiempos, lo que le causaba gran pesar, ya lejos sus éxitos en esta plaza con un toro de Antonio Méndez (1976), o el de Baltasar Ibán en 1977, o el toro" Clarín" de la ganadería de Manolo González un año después.

Dominaba el capote como el mejor, siempre de entrada con la verónica, a ser posible siguiéndola hasta el centro de la misma plaza, ganando siempre terreno; y alternándola con chicuelinas, con las manos muy bajas, en la línea de Antonio Bienvenida y Manolo González.

Su poderosa técnica lo convirtió en un fácil y buen muletero. Prolongaba el pase del toro muy largamente, con lentitud, de modo muy natural y sin alterarse, lo que entusiasmaba a sus muchos seguidores; y el pase de pecho, el natural y el derechazo, un tanto inclinado, como ayudado con la derecha, eran extraordinarios, lo que completaba con sus grandes dotes de estoqueador. Se le ha criticado ha toreado muy para fuera, "con el pico", y de ahí que no se "arrimara".

José María Manzanares nos contaba recientemente, sobre la famosa tarde del 78 en Madrid y como vio a ese toro quinto de la tarde, que le diera tan gran triunfo:

"Al primero de mi lote le corté una oreja y se lo brindé a un gran partidario mío alicantino, Manuel Amorós. Pero la gran faena vino con el toro quinto era colorado o castaño, con el trapío de Núñez, tocadito un poco arriba, pero para Madrid estaba bien hecho. En su salida salió definido. Lo toreé a la verónica y pude ver su nobleza y fijeza, pero había que torearlo muy bien ya que tenia mucha raza y bravura. "Clarin" tomó dos puyazos y pronto empezaría la faena de muleta. El toro de Manolo González empezó muy fuerte y comencé a torearlo con la mano derecha en una serie por bajo. Luego continuaría con la izquierda y remataría la serie con ayudados. Entré a matar con decisión y ejecuté una gran estocada”.

"Aquel fue un año en el que todo lo veía fácil, dulce, estaba en racha. Parecían venir las cosas rodadas, un año después me sucedería algo parecido con un toro de Baltasar Iván. Las virtudes fueron el temple, la profundidad y la torería con la que yo me sentía tan bien. Estaba relajado con uno de los toros más nobles que he toreado. "Clarin" fue un toro definido, que hizo honor a su ganadería, que empezaba, tras unos primeros años, a lidiar en plazas de primera, y lo hacía con más trapío y mayor tamaño de lo acostumbrado. La cabeza del toro, en la actualidad la conserva el ganadero, aunque mi mayor deseo hubiese sido tenerlo en mi casa en memoria de aquella tarde tan importante para mi carrera. "Clarin" es de esos toros que marcan al torero y que nadie olvida".

Era un torero que todos los públicos sentían muy cerca y lo aceptaban como uno de los suyos por su extraordinaria simpatía en la plaza. Le sentían sevillano en Sevilla, y lo estampillaban de castizo en Madrid.

Manzanares llegó además con el tiempo, a ser considerado un clásico, aceptado por todos. Su seguridad en el ruedo impresionaba, lo que era posible por esa su técnica tan precisa, aunque siempre pareciera en lo mejor de sus triunfos que podía hacer algo más. Tal vez algo más de fuerza y amor propio, y lo que es más importante, un compromiso más firme con toros más serios y de trapío, lo habrían convertido en una figura de todas las épocas.